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Impulsar la Economía del Dato desplegando la diplomacia digital de la UE a nivel global

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22 febrero 2024

En julio de 2022, la dimensión que acompaña a la Economía del Dato dio un salto cualitativo con la adopción, por parte del Consejo de la UE, de las "Conclusiones sobre la diplomacia digital de la UE" cuyo objetivo era el de establecer acciones prioritarias para reforzar la acción de la UE en los asuntos digitales internacionales.

La creciente importancia que día a día adquieren los datos supera ya los ámbitos económicos y sociales a nivel de Estados, para alcanzar una dimensión multinacional que eleva a escala global los retos, oportunidades, amenazas e incertidumbres que rodean el desarrollo de la Economía del Dato. En el caso de la Unión Europea, la cuestión ha estado en los últimos años en la agenda institucional, como demuestran la profusión de regulación específica y transversal ya adoptada o que está en curso; o el impulso de iniciativas multilaterales tanto en el marco de la Unión como más allá de sus fronteras. En julio de 2022, esa dimensión política global dio un salto cualitativo de envergadura con la adopción, por parte del Consejo de la UE, de lo que denominó ‘ Conclusiones sobre la diplomacia digital de la UE ’ cuyo objetivo era el de establecer acciones prioritarias para reforzar la acción de la UE en los asuntos digitales internacionales.

Dichas conclusiones ––actualizadas en julio de 2023–– suponen, de algún modo, un hito al dar carta de naturaleza al concepto de “diplomacia digital”. Reconocían, por un lado, la necesidad de una política y una acción de la UE “más firmes, estratégicas, coherentes y eficaces” en asuntos digitales; y detallaban, por otro lado, las acciones prioritarias para dar respuesta a aquella necesidad.          

Tres vías para relacionarse con terceros países

Bajo el título de ‘ La Estrategia europea del dato desde una perspectiva multidimensional ’ la red de think tanks PromethEUs1 publicó en junio de 2023 un análisis que desgrana dicha Estrategia desde dos enfoques principales: los aspectos políticos y regulatorios, y los aspectos geopolíticos. El análisis de este último fue elaborado por Raquel Jorge Ricart, del  Real Instituto Elcano , y en el que se explica que la UE ha estado abordando el modo en que sus bienes, servicios, activos y datos personales se relacionan con terceros países a través de varias vías:

  1. La vía regulatoria, que, como afirman, “ha sido seguida de cerca por la mayor parte de los stakeholders”. 
  2. A través de las iniciativas multilaterales, las "coaliciones de voluntarios" y las reuniones internacionales.
  3. “A través de la importancia de la diplomacia digital, como un área de la política para institucionalizar la geopolítica de los datos, junto con otros desafíos tecnológicos”. En este sentido, el vocablo ‘diplomacia digital, se utiliza para agrupar en una sola ‘caja’ todas las iniciativas que, de forma independiente, se habrían llevado a cabo hasta la fecha.

A continuación, se amplía la información sobre cada una de estas vías.

Vía regulatoria

En relación con el enfoque normativo, el principal reto para que la UE despliegue la herramienta reguladora como baza geopolítica reside, según los investigadores de Elcano, en conseguir influir en otros países para que sigan el mismo planteamiento. “No se trata sólo de imponer normas a los que ya interactúan con la UE, sino de animar a otros a hacer lo mismo con las suyas”, aseguran. Igualmente, añaden, “otro reto para la instrumentalización geopolítica de estas regulaciones es comprender que las estrategias geopolíticas deben variar en función del país y del tipo de empresa tecnológica”, ya que pueden tener enfoques geopolíticos diferentes.

Pero, según concluyen los autores, la regulación, aunque es importante, no es el único enfoque sobre el que la UE debería construir su geopolítica de los datos. Los otros dos enfoques son tan importantes como estratégicos.

Iniciativas multilaterales

Respecto a los foros de interlocución internacionales, se destacan:

Diplomacia digital

En cuanto a la tercera de las aproximaciones ––relativa al impulso de la diplomacia digital–– los analistas de Elcano resaltan como positivas las diversas iniciativas regionales de partenariado tecnológico que la UE ha desplegado en los últimos años, y resalta que ya en 2019 “la UE empezó a ver la tecnología a través de la lente de la ética” y como un asunto político y geopolítico. En este sentido, resaltan que las Conclusiones del  Consejo Europeo sobre diplomacia digital  (julio 2022) son el hito de partida “con el cual la UE institucionalizó todos los aspectos relacionados con la agenda externa en terceros países y política digital, como un aspecto singularizado dentro de la política exterior de la UE”. Y, por ello, el objetivo de la  diplomacia digital  desplegada por la UE a través de su Servicio de Acción Exterior no es otro que el de “asegurar el papel global de la Unión en el mundo digital, proteger sus intereses estratégicos y promover su marco regulador dinámico y centrado en el ser humano para una transformación digital integradora”.

Este último aspecto es, por otro lado, un factor crucial, como revelan las acciones prioritarias establecidas en la reunión inicial del Consejo Europeo en julio de 2022, revisadas en  julio de 2023 . La UE, afirma el Consejo, debe promover una transformación digital basada en los derechos humanos y centrada en las personas, algo que se traduce, por ejemplo, en:

  • Prácticas de diligencia debida y evaluaciones de impacto en materia de derechos humanos “periódicas y exhaustivas”.
  • Prestar especial atención a la protección de los derechos de personas vulnerables o marginadas.
  • Reducir la brecha digital de género.
  • Promocionar una Internet abierta, libre, neutral, mundial, interoperable, fiable y segura.

La  Carta de Derechos Digitales de España , presentada en julio de 2021, y la  Declaración Europea sobre los Derechos y Principios Digitales para la Década Digital , son un claro ejemplo de la vocación con la que la Unión Europea quiere dotarse de un referente interno o doméstico, a la vez que establece un marco compartido para su acción en el campo de la diplomacia digital.

Los retos de la UE

En cualquier caso, del análisis de las distintas acciones establecidas por la UE en la materia, los investigadores del Instituto Elcano avanzan a la identificación de tres grandes retos:

  1. Cómo abordar el rol de los Estados miembro en la geopolítica de los datos de la UE, toda vez que la mayoría de las disposiciones de política exterior y de seguridad dependen de la unanimidad de los 27 países, y ello “puede dificultar la forma en que sean aprobadas ciertas actividades relacionadas con la gobernanza de datos”.
  2. Cómo asociarse con los países en desarrollo “o, particularmente, con los no alineados”, concepto que podría estar teniendo cierta revitalización y sobre el que, aseguran, “debería ser un área en la que profundizar”. La  iniciativa Global Gateway  de la UE estaría en este ámbito y, de hecho, es una de las que la UE quiere impulsar ampliando también la participación del sector privado.
  3. Cómo “prestar atención a ciertas tecnologías aún poco desarrolladas, no demasiado comercializadas o no implantadas, pero que podrían generar una gran competencia entre países”.

En definitiva, el desarrollo de la diplomacia digital es ya un vector crucial en el desarrollo de la Economía del Dato y, de hecho, el Consejo de la UE volverá a tratar esta cuestión antes del verano de 2024, cuando se cumplirán dos años de la emisión de las Conclusiones y uno desde la primera revisión. De hecho, hasta entonces, el Consejo “invita al Alto Representante, a la Comisión y a los Estados miembros a que evalúen los avances periódicamente y sigan informando con regularidad al Consejo sobre la aplicación de la diplomacia digital”. Y es que, según subrayan, para llevar su diplomacia a un nivel superior, “la UE debe actuar con un planteamiento de Equipo Europa ––es decir, las instituciones de la UE y los Estados miembros de la UE, junto con otros actores asociados––, protegiendo conjuntamente sus intereses estratégicos y promoviendo su enfoque de la transición digital centrado en las personas”.

Seguridad económica

La vinculación señalada entre diplomacia digital, intereses estratégicos de la Unión, y Economía del Dato, está en el trasfondo de la  Estrategia Europea de Seguridad Económica  una comunicación conjunta que adoptaron la Comisión y el alto representante el 20 de junio de 2023.  Dicha Estrategia se basa en un enfoque fundado en tres pilares:

  • La promoción de la base económica y la competitividad de la UE
  • La protección frente a los riesgos
  • La asociación con el mayor número posible de países para abordar preocupaciones e intereses comunes.

Fomentar (la competitividad); preservar (la seguridad económica); y cooperar (entre sí y con otros), son los vectores que la Estrategia define para hacer frente a los cuatro riesgos que señala. A saber:

  1. Riesgos relativos a la resiliencia de las cadenas de suministro.
  2. Riesgos para la seguridad física y cibernética de las infraestructuras críticas.
  3. Riesgos relacionados con la seguridad tecnológica y las filtraciones de tecnología.
  4. Riesgos de que se utilicen las dependencias económicas como arma o de coerción económica.

Como primera consecuencia de la Estrategia, el 3 de octubre de 2023 la Comisión adoptó una  Recomendación sobre ámbitos tecnológicos críticos  para la seguridad económica de la UE, en la que señala diez áreas tecnológicas críticas, cuatro de las cuales son señaladas como “altamente probables”: semiconductores avanzados, inteligencia artificial, tecnologías cuánticas y biotecnologías.

Con el fin de hacer inmediatas evaluaciones de riesgos sobre esas áreas, la Comisión desplegará un intenso diálogo con los Estados miembro con resultados previstos para la primavera de 2024. Un diálogo en el que la Economía del dato, con un peso cada vez más relevante en los ecosistemas productivos europeos, estará omnipresente. Y España, como hub internacional y destino seguro para los flujos de información y almacenamiento de datos, deberá prestar especial atención a aspectos como garantizar la correcta integración de las diferentes infraestructuras de datos; garantizar la interoperabilidad entre los diferentes actores; y reforzar su ciberseguridad, especialmente ante la vulnerabilidad de la cadena de suministro y la necesidad de garantizar la competencia efectiva y la diversidad de proveedores.

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